top of page

Cuando quiero cambiar mis hábitos y mejorarlos, hay que saber que todo esfuerzo tiene su recompensa

El hábito es uno de los mejores mediadores en la consecución o entrenamiento de nuestra fuerza de voluntad. La motivación y la voluntad se entrenan a través de metas y recompensas.


Un hábito se adquiere a base de acciones repetidas y se refuerza mediante consecuencias positivas. Cuando cumplimos una meta, por muy insignificante que sea (por ejemplo, reducir mi consumo de ultraprocesados y aumentar las frutas, o caminar cada día media hora después del trabajo) obtenemos una recompensa. Y esta consiste en la liberación de endorfinas y dopamina en el cerebro, lo que hace que nos "enganche".


Es decir, necesitamos realizar cada vez más dicha actividad para obtener la misma sensación placentera (lo que se conoce como tolerancia) y que hace que llegado un momento si no lo realizamos nos sentimos mal (dependencia).


Se trata por tanto de un equilibrio entre repetición, motivación y los circuitos de recompensa. No obstante, el factor clave es la repetición, ya que al conseguir el objetivo, la motivación y la recompensa están garantizados.


Lo que se repite no solo se refuerza, sino que cada vez nos costará más dejar de hacerlo. Se trata de automatizar la conducta, que nos salga sola, ¡que te lo pida el cuerpo!, sin pensar, que se convierta en costumbre.


Somos animales de de tendencias adquiridas con la práctica. Se trata de empezar planteándote un objetivo razonable, y así ya estarás en el punto de partida.


El tiempo que nos cuesta generar un hábito suele ser de media dos meses, pero eso depende del hábito, de nuestra personalidad y percepción del beneficio que nos aporta.


Además, hay que estar preparado para esos días en que no se pueda o consiga realizar. ¿Qué pasa si un día no lo consigues? ¿tiras la toalla? ¿te sientes culpable? ¿te martirizas?


Según sea nuestra propia personalidad, podemos vivirlo como una auténtica derrota, como un fracaso y un regreso al punto de partida.


Por eso resulta necesario enfocarlo con perspectiva y recordarse que esto no supone volver al punto cero. Si pudiéramos imaginarlo como unos escalones que se van subiendo, el que un día no ascendamos no significa regresar al escalón cero, sino, mantenernos en el mismo nivel.


Es importante, ser flexibles, compasivos, tener claro qué queremos conseguir, para qué y por qué. Y por supuesto, ser perfectamente conscientes del beneficio que nos aporta el incorporar esas nuevas rutinas en nuestra vida.






 
 
 

Comments


bottom of page